miércoles, 24 de noviembre de 2010

Histroria de la acústica II: Teatros romanos - Aspendos

Posteriormente a los griegos, serán los romanos los que desarrollarán un sistema más complejo de estudio de la acústica en los teatros al aire libre. La primera referencia escrita se remonta al arquitecto romano Vitrubio, el cual propone en su obra el empleo de vasos de resonancia situados estratégicamente entre la audiencia.

Ilustración I. Ruinas teatro de Vitrubio
Los teatros romanos diferían de los teatros griegos en su comportamiento acústico. Por detrás del escenario existía una pared muy elevada repleta de elementos decorativos muy elaborados, denominada scaenae frons. La zona denominada orchestra tenía una forma semicircular, al igual que las gradas del público, y estaba ocupada generalmente por los senadores. Este hecho exigía que la altura del escenario fuera menor a la de los teatros griegos a fin de conseguir que la visión desde dicha zona fuera correcta y además impedía que actuase como superficie generadora de primeras reflexiones hacia los espectadores debido a la absorción acústica propia de los senadores. Dicha altura era del orden de 1,50 m.

Para mantener unas condiciones de óptima inteligibilidad en todos los puntos, era imprescindible reducir las dimensiones en relación con los teatros griegos, y al mismo tiempo garantizar la existencia de una elevada pendiente de las gradas de entre 30º y 34º. Si escogemos un teatro característico de la época romana como el teatro de Aspendos, observamos que su capacidad es de 6.000 espectadores y la distancia entre el escenario y el asiento más alejado es de 53 m, mucho más bajo que en Epidauro.

Ilustración II. Ruinas del teatro romano Aspendos
Los teatros romanos disponían de otro elemento acústicamente activo, el velarium, una lona que protegía a los espectadores del sol. Si bien este material es medianamente reflectante, se puede considerar que su presencia no daba lugar a la reverberación. Si la lona hubiera cubierto la totalidad del teatro, la reverberación habría sido tan elevada que habría impedido su uso como teatro debido a la pérdida de inteligibilidad.

A medida que el ruido general de los mercados que rodeaban los teatros crecía, se fue haciendo necesaria la protección mediante pantallas acústicas del teatro. La construcción de muros y edificios tras el escenario no se debía únicamente a necesidades acústicas  sino también a necesidades de la propia representación, pero lo cierto es que esas edificaciones se fueron modificando para favorecer la distribución del sonido, actuando los muros de los edificios como reflectores para reforzar el sonido directo de los actores.

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